Los olvidados by Tim Tzouliadis

Los olvidados by Tim Tzouliadis

autor:Tim Tzouliadis [Tzouliadis, Tim]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2008-01-01T05:00:00+00:00


19

«Ver la crueldad y no encenderse»

Ya sabéis que soy un malabarista y que nunca dejo que mi mano derecha sepa lo que hace la izquierda… Puedo ser totalmente contradictorio, y además estoy perfectamente dispuesto a engañar y decir falsedades si eso ayuda a ganar la guerra.

FRANKLIN ROOSEVELT

mayo de 1942[1]

Días después de que Henry Wallace se marchara de Rusia, los presos de Kolimá fueron conducidos de vuelta al trabajo mientras las torres de vigilancia y los reflectores se alzaban de nuevo sobre ellos. Poco después, un oficial soviético de suministros le dijo a Thomas Sgovio que se reuniera con él en un almacén. El edificio estaba separado del resto del campo, con el suelo lleno de periódicos estadounidenses utilizados para envolver el equipo enviado como ayuda. Después de cerrar la puerta, el oficial del NKVD le enseñó a Thomas una fotografía de un periódico. «No le digas a nadie que te he enseñado esto. Tengo órdenes de quemarlo, pero antes dime qué pone aquí», dijo, señalando una foto de una modelo de moda en mallas. Thomas respondió que era un anuncio. «¿Y esto?», preguntó el ruso enseñando otra foto. «Lo mismo», replicó Thomas. «¡Qué demonios, vuestros periódicos están llenos de anuncios!». Como premio por su traducción, a Thomas se le permitió leer una pila de periódicos norteamericanos, y así se enteró de que Estados Unidos y Gran Bretaña combatían aliados con la URSS en la Segunda Guerra Mundial.[2]

Durante semanas, después de la visita de Wallace, Thomas se convirtió en el blanco de las burlas en el campo; su presencia era saludada con mofa: «Qué estúpidos sois los estadounidenses». No había un solo preso en Kolimá que no se hubiera enterado de la visita del vicepresidente. Y por si las bromas no fueran suficiente recordatorio de la estupidez de Wallace, los jefes del campamento y sus esposas aumentaron el ridículo vistiéndose con caras ropas estadounidenses. Cada prenda llegada a Kolimá llevaba una etiqueta escrita a mano con un mensaje en inglés y el nombre y la dirección de un donante de la rama californiana de la «Sociedad por la Amistad EE. UU.-URSS». Thomas vio a las mujeres de los oficiales del Gulag peleándose por la ropa en el almacén donde se entregaba. Era lo más chic de los campos de concentración, el Rodeo Drive de los condenados.[3]

El hambre de los presos del Gulag nunca disminuyó durante la guerra, a pesar de los barcos cargados de alimentos norteamericanos que llegaban a la URSS. Un preso, encargado de la tarea de disponer de los muertos, llevó a Thomas Sgovio a un depósito de cadáveres donde se amputaban las manos congeladas de los presos fallecidos antes de llevarse los esqueléticos cuerpos para enterrarlos. Las manos eran colgadas de ganchos hasta que se descongelaban y se podían tomar las huellas dactilares para los archivos del campo. En el depósito, el preso, que se llamaba Vassia, explicó que había que informar debidamente de todos los muertos, con las huellas de los dedos y de las palmas en tres conjuntos de impresos añadidos a sus fichas del NKVD.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.